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TIMOTHY S. LANE / PAUL DAVID TRIPP

Al principio quedé impresionado. Felipe no sólo conocía la Escritura y la teología sistemática, sino también poseía un amplio acervo de comentarios bíblicos escritos por reconocidos autores. Sólo unas cuántas referencias bíblicas y teológicas que le mencioné fueron novedosas para él. No obstante, algo estaba dramáticamente incorrecto. Si dejabas de mirar la biblioteca de Felipe y comenzabas a ver el video de su vida, veías a un hombre completamente distinto.
Parecía que Felipe siempre estaba señalando algo o alguien que estaba mal a su alrededor, sin embargo, no veía nada malo en él mismo. Tenía la habilidad teológica de un gimnasta, pero vivía como parapléjico en sus relaciones. Su matrimonio con Ellie había sido dificil desde el primer día. Parecía totalmente incapaz de diagnosticar o corregir el caudal interminable de problemas que agotaban el oxigeno de esta relación.
Sus relaciones con sus hijos mayores eran, a caso, distantes, y siempre parecía estar enredado en algún drama con sus familiares. Nunca estaba satisfecho con su trabajo, era inestable emocionalmente y había estado involucrado en cuatro iglesias en tres décadas. El tiempo que ocupaba resolviendo sus problemas dejaba muy poco tiempo para servir a otros.
El problema es que sólo unos cuantos conocían el “video” de Felipe. Él y Ellie nunca peleaban en público, nunca se habían separado, y nunca habían considerado divorciarse. Eran fieles en la asistencia a la iglesia y en su generosidad. En las clases de Escuela Dominical y en reuniones de estudio bíblico, Felipe mostraba ser conocedor y comprometido. No obstante, en casa se irritaba con facilidad y explotaba con frecuencia. Pasaba la mayor parte de su tiempo libre en celular. Él y Ellie raras veces hablaban de algo más que de los planes del día y aún en esto sus respuestas hacia ella eran ásperas e impacientes.
La vida de Felipe no se caracterizaba por términos tales como amor, gracia y gozo.
Ellie llevaba dentro una frustración con la iglesia porque sentía que nadie realmente sabía cómo era Felipe. No abusaba físicamente de ella, no era adicto a alguna substancia o a la pornografía, y no estaba a punto de abandonar a su familia, así que volaba sin ser detectado por el radar del cuidado pastoral.
Sabiendo cuántas personas admiraban a Felipe, Ellie batallaba cada vez que le pedían que dirigiera un estudio bíblico o enseñara una clase de teología. Hizo todo lo que podía para resistir la amargura o el cinismo, pero estaba comenzando a perder la batalla. Algunos días se descubría a sí misma sentada en la mesa de la cocina, perdida en fantasías de una vida sin Felipe.
Finalmente, Ellie le dijo a Felipe que no podía continuar así ni un día más. Sabía que necesitaba ayuda, y le pidió que fuera con ella a consejería pastoral. Al principio, Felipe se rehusó enojado, pero con el tiempo accedió a intentarlo. Durante nuestra primera reunión, dejé que ellos hablaran la mayor parte del tiempo. Había algo extraño en su historia, pero no podía señalar qué era. Cuando estaba conduciendo hacia mi casa se me ocurrió de repente. Me habían relatado una historia extensa, pero no habían mencionado casi nada o para nada a Dios. Era un hombre que conocía de teología y su esposa era creyente, pero en la historia de sus vidas no tomaban en cuenta a Dios.
Felipe y Ellie tenían una brecha o hueco en su entendimiento del evangelio. Era como si estuvieran intentando vivir con un hueco o vacio grande en medio de su casa. Todos los días caminaban alrededor de él para esquivarlo. Las cosas caían en el hueco y éste se hacía aun más grande, pero parecía que no se percataban que estaba allí. No se daban cuenta que otras casas no tenía ese hueco, y que aquellas que sí se daban cuenta necesitaban ser renovadas o demolidas. Felipe, tenía inclusive un “Manual para reparar huecos” que había leído completamente, pero no logró que él reparara el suyo. Ellie sufría por el polvo, el olor y el calor que salía del hueco, pero no tenía idea de qué hacer con esto. Ese era su tipo de cristianismo.
Desearía decir que Felipe y Ellie son los únicos en esta situación, pero estoy convencido de que hay muchos Felipes y Ellies entre nosotros. A menudo tenemos una brecha o hueco en nuestro entendimiento del evangelio. Trastorna nuestra identidad como cristianos y nuestro entendimiento de la obra de Dios en la actualidad. Esta brecha menoscaba cada relación en nuestras vidas, cada decisión que tomamos, y cada intento de ministrar a los demás. No obstante, vivimos cegados, como si el hueco no estuviera allí.
Segunda de Pedro 1:3-9 describe esta brecha mejor que cualquier otro pasaje:
3 Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por su propia gloria y potencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda.4 Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina.
5 Precisamente por eso, esfuércense por añadir a su fe, virtud; a su virtud, entendimiento;6 al entendimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia; a la constancia, devoción a Dios;7 a la devoción a Dios, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.8 Porque estas cualidades, si abundan en ustedes, les harán crecer en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, y evitarán que sean inútiles e improductivos.9 En cambio, el que no las tiene es tan corto de vista que ya ni ve, y se olvida de que ha sido limpiado de sus antiguos pecados.
Consideremos los síntomas de la brecha. En el versículo 9, Pedro señala que hay personas que conocen al Señor, pero sus vidas no producen el fruto de fe que se espera. Sus vidas no se caracterizan por relaciones pacíficas y amorosas; una adoración cotidiana, dulce y natural; una relación sana y balaceada con las cosas materiales, y un crecimiento espiritual continuo. En vez de eso, estos creyentes dejan a su paso relaciones rotas; un andar con Dios informado, pero impersonal; una lucha con las cosas materiales, y una carencia definitiva de crecimiento personal. Algo anda mal con esta cosecha; está en contradicción con la fe que debería ser su origen.
Las palabras de Pedro describen a Felipe y a Ellie. De muchas maneras son “inútiles e improductivos”. Las cicatrices del conflicto habían dañado tanto el respeto del uno al otro que existía poca confianza o afecto espontáneo entre ellos. No se llevaban bien con sus vecinos y salieron de tres iglesias con pleitos. Había poca ternura y afecto en su adoración a Dios. Su cristianismo parecía más una ideología que una relación guiada por la adoración, y el llamado práctico de Dios en sus vidas parecía más un deber que debía cumplirse que un gozo anhelado. No era ninguna sorpresa que Felipe y Ellie estuvieran endeudados. Hacía mucho tiempo que las cosas materiales habían sustituido las espirituales. Más que nada, ellos parecían estar atorados. Si hubieran grabado sus quejas mutuas de hace diez años, la grabación podría haberse insertado en cualquiera de sus discusiones actuales. ¿Por qué hay tantos cristianos “inútiles e improductivos”? Pedro provee el diagnóstico en el versículo 9: Son cortos de vista y ciegos, habiendo olvidado que han sido limpiados de sus pecados pasados. Son ciegos al poder y esperanza del evangelio para hoy en día. ¿Qué significa esto?

Figura 1.1
Esperanza Futura
Las buenas noticias del evangelio de Jesucristo es un evangelio de “entonces-ahora -entonces”. (ver figura 1.1). Primero está el “entonces” del pasado. Cuando abrazo a Cristo por la fe, mis pecados son perdonados completamente, y me presento ante Dios como justo. También está el “entonces” del futuro, la promesa de la eternidad con el Señor, libre del pecado y la lucha. La iglesia ha logrado explicar bastante bien estos dos “entonces” del evangelio, pero tendido a subestimar o mal interpretar los beneficios actuales de la obra de Cristo. ¿Qué diferencia logra el evangelio en el aquí y ahora? ¿Cómo me ayuda como padre, esposo, trabajador y miembro del cuerpo de Cristo? ¿Cómo me ayuda a responder a la dificultad y a tomar decisiones? ¿Cómo me provee de significado, propósito e identidad? ¿Cómo motiva mi servicio a los demás?
Muchos de nosotros experimentamos ceguera al evangelio en el aquí y ahora. Nuestra visión es disminuida por la tiranía de lo urgente, por la sirena atrayente del éxito, por la belleza seductora de las cosas físicas, por nuestra inhabilidad para admitir nuestros propios problemas, y por las relaciones superficiales con el cuerpo de Cristo que llamamos erróneamente “compañerismo”. Esta ceguera a menudo es fomentada por una predicación que no conecta el evangelio con los desafíos específicos que la gente enfrenta.
La gente necesita ver que el evangelio tiene cabida en su centro laboral, su cocina, su escuela, su recámara, su patio y su camioneta. Necesitan ver la manera en la que el evangelio conecta lo que ellos están haciendo con lo que Dios está haciendo. Necesitan entender que sus historias de vida están transcurriendo dentro de la historia más grande de Dios para que aprendan a vivir cada día con la mentalidad del evangelio.
La brecha del “aquí y ahora” en medio de nuestras vidas produce tres formas fundamentales de ceguera espiritual. Primero, está la ceguera de identidad. Muchos cristianos no tienen una perspectiva evangélica de quiénes son. Por ejemplo, Felipe era un buen teólogo, pero su identidad personal estaba más enraizada en el conocimiento y el logro que en el evangelio. La falta de una identidad fundada en el evangelio se muestra de dos maneras.
Primero, muchos cristianos subestiman la presencia y el poder del pecado interno. No pueden ver cuán fácilmente quedan atrapados en este mundo lleno de trampas (Ga 6:1). No entienden la naturaleza global de la guerra que siempre se libra dentro del corazón de cada creyente (Ro 7). No están conscientes cuán propensos son a ir en pos de reemplazos de Dios. No alcanzan a ver que su problema más grande está dentro y no afuera de ellos.
Mi experiencia laboral con adolescentes me ha convencido de que una de las principales razones por la que los adolescentes no están emocionados con el evangelio es porque piensan que no lo necesitan. Muchos padres han educado con éxito a pequeños fariseos. Cuando se ven a sí mismos, no ven a un pecador en necesidad desesperada, por lo cual no están agradecidos por el Salvador. Tristemente, lo mismo podemos de decir de muchos de sus padres.
Muchos creyentes tampoco alcanzan a ver el otro lado de su identidad en el evangelio: su identidad en Cristo. Cristo, no sólo me da el perdón y un nuevo futuro, sino también una identidad completamente nueva. Soy ahora un hijo de Dios, con todos los derechos y privilegios que este título me otorga. Esto es importante porque cada uno de nosotros vive de acuerdo con algún sentido de su identidad, y nuestra amnesia de nuestra identidad en el evangelio nos llevará a alguna forma de reemplazo de identidad. Es decir, si lo que soy en Cristo no es lo que da forma a mi manera de pensar acerca de mi mismo y las cosas que enfrento, entonces, viviré de acuerdo con alguna otra identidad.
A menudo en nuestra ceguera, asumimos nuestros problemas como identidades. Aunque el divorcio, la depresión y ser madre soltera son experiencias humanas significativas, no son identidades. Nuestro trabajo no es nuestra identidad, aunque sea una parte importante de la manera en la que Dios desea que vivamos. Para muchos de nosotros, nuestro sentido de identidad está más enraizado en nuestro desempeño que en la gracia de Dios. Es maravilloso tener éxito en aquello a lo que Dios te ha llamado para hacer, pero cuando usas tu éxito para definir quién eres, siempre tendrás una perspectiva distorsionada.

En segundo lugar, una brecha en el “aquí y ahora” en el evangelio también nos causa ceguera a la provisión de Dios. Como Pedro declara, en Cristo se nos han concedido todas las cosas que necesitamos para la vida y la piedad. ¿Por qué usa dos palabras aquí, tanto “vida” como “piedad”? La segunda palabra está puesta para calificar a la primera. Si Pedro hubiera dicho simplemente que Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para la vida, hubiera sido fácil agregar la palabra “eterna” después de ella. De esta manera comúnmente se interpreta este pasaje. Encontramos mucho más fácil abrazar las promesas del evangelio para después de la muerte que las promesas de la vida antes de la muerte. Pero cuando Pedro dice que Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para “piedad”, sabemos que está hablando de la vida ahora. La piedad es una vida que honra a Dios desde el momento que vengo a Cristo hasta el momento que voy al hogar para estar con Él.
Pedro está diciendo que no podemos vivir apropiadamente en el presente a menos que entendamos la provisión que Dios ha hecho para nosotros. Muchos creyentes están ciegos al hecho de que esta provisión van más a fondo que los mandamientos, principios y promesas de la Escritura que normalmente asociamos con la búsqueda de una vida piadosa. Es inclusive aun más fundamental que la convicción del Espíritu Santo y nuestro perdón legal. La provisión de Dios para una vida piadosa ahora es literalmente Cristo mismo. Él se nos ha dado a sí mismo para que podamos ser como Él.
Pablo dice en Gálatas 2:20: “Ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí”. Jesús es Emmanuel no sólo porque vino a la tierra y vivió entre nosotros, sino porque en verdad vive con nosotros por medio de su Espíritu. Su presencia nos da todo lo que necesitamos para ser quien se supone que seamos y para hacer lo que se supone que hagamos.
Sin una consciencia de la presencia de Cristo, tendemos a vivir en ansiedad. Evitamos las cosas difíciles y con facilidad nos abrumamos. Pero un claro sentido de identidad y provisión nos da esperanza y ánimo para enfrentar las luchas y tentaciones que vienen en nuestro camino.
Una tercera forma de ceguera que la brecha del evangelio produce es una ceguera a los procesos de Dios. El Nuevo Testamento deja claro que nuestra aceptación en la familia de Dios no es el final de la obra de Dios en nosotros, sino sólo es el principio. Dios no nos ha llamado a una vida en la pensemos “Ya llegue espiritualmente” o “Sólo estoy esperando la gloria”. En vez de eso, nos llama a una vida de trabajo constante, de crecimiento constante, y de confesión y arrepentimiento constante. Hasta que vayamos a vivir con él, Su programa invariable es hacernos santos. Él hará todo lo que se requiera para producir santidad en nosotros. Desea que seamos una comunidad de gozo, pero está dispuesto a poner en riesgo nuestra felicidad temporal con tal de incrementar nuestra semejanza a Cristo.
Cada vez que nos encontramos en dificultad o prueba, es fácil pensar que hemos sido olvidados o rechazados por Dios. Esto ocurre porque no entendemos el proceso presente. Dios no está obrando para que estemos cómodos y sin dificultades; está obrando para que crezcamos. En el mismo momento en que somos tentados a cuestionar su fidelidad, él esta cumpliendo sus promesas de redención para nosotros. Después de todo, no sólo unas cuantas personas necesitan cambiar. El cambio es la norma para todos, y Dios está siempre obrando para completar este proceso en nosotros.
Hay una cosa que tienen en común las brechas físicas y espirituales: no permanecen vacías por mucho tiempo. Un hueco en la arena rápidamente se llena de agua. Un hueco en el campo acumulará palos y hojas. Parece que los huecos siempre se llenan.
Bajo las escaleras principales de nuestra casa hay un armario grande al que se puede entrar. Es el “dolor de cabeza” de mi esposa. Más o menos cada seis meses, Luella cobra valor para atacar ese armario. Lo vacía completamente, ordenando su contenido y por fin se puede ver el piso después de meses de no verlo. Siempre dice que quiere que intentemos dejar intacto el armario. No me opongo a la idea pues me gusta poder caminar dentro del armario, pero éste siempre se vuelve a llenar. Nuestros hijos entran y dejan artefactos en el armario. Cuando llegan paquetes de correspondencia, las cajas misteriosamente vuelan al interior del armario. Todas las cosas que no tienen un lugar fijo aparecen allá. Y antes de que nos demos cuenta, la puerta del armario se cierra con dificultad, y Luella tiene que tomar cartas en el asunto de nuevo.
Identidad, provisión y proceso
La brecha del evangelio en muchas de nuestras vidas, tampoco permanece vacía. Si no vivimos un cristianismo forjado por el evangelio, confiado en Cristo y comprometido con el cambio, ese hueco se llenará con otras cosas. Estas cosas quizá parezcan convincentes e incluso bíblicas, pero no constarán del meollo de identidad, provisión y proceso que debe llenar a cada creyente.
Me gusta el término que usa Pablo para referirse a estos impostores en 2 Corintios 10:5. Le llama “altivez” o “Pensamientos altivos”. No toda mentira es un pensamiento altivo. Un pensamiento altivo es una mentira convincente. Si les digo que fui una gimnasta olímpica, sería una mentira, pero no sería un pensamiento altivo porque carecería probabilidad. Pero si me visto de traje y me paro enfrente de una oficina con un portafolio y un conjunto de planos arquitectónicos, probablemente les podría engañar diciéndoles que soy el encargado de una construcción importante.
Los pensamientos altivos más peligrosos son aquellos que se disfrazan como cristianismo verdadero pero carecen del meollo de identidad, provisión y proceso del evangelio. Tienen sus raíces en la verdad, pero están incompletos. El resultado es un cristianismo que es meramente externo.
Cada vez que no tengamos el mensaje de la obra interna de Cristo que nos transforma progresivamente, la brecha se llenará por un estilo de vida cristiano que se enfoca más en lo externo que en el corazón. Creo que existe una guerra por el corazón del cristianismo a nuestro alrededor que busca alejarnos de su centro verdadero para llevarnos a lo externo.
¿Qué tipo de prácticas externas tienden a llenar la brecha del evangelio? Todas son cosas que son parte de la vida cristiana normal; cada una tiende a atraernos en momentos distintos y de varias maneras. Examínate en estas descripciones. ¿Será posible que tienes una brecha en tu evangelio y que ha estado llenándose en maneras que no te has dado cuenta?
CRISTIANISMO EXTERNO: LAS COSAS QUE LLENAN LA BRECHA
Si quieres conocer el calendario de la Iglesia, simplemente echa una ojeada al itinerario de Jaime. Cualquiera que sea la reunión o ministerio, Jaime está allí con su Biblia en mano. Ha participado como maestro de escuela dominical y se apunta como voluntario frecuentemente para ir en viajes misioneros cortos. Es donador fiel y voluntario dispuesto cuando se necesita hacer algo en la Iglesia. Pero el mundo de Jaime y el mundo de Dios nunca coinciden. Todas sus actividades eclesiásticas tienen muy poco impacto en su corazón y cómo vive su vida.
Dios se opuso al formalismo de los israelitas (Is 1), y Cristo condenó el formalismo de los fariseos (Mt 23:23-28). ¿Por qué? Porque el formalismo me permite retener el control de mi vida, mi tiempo y mi plan.
El formalismo es ciego a la seriedad de mi condición espiritual y mi constante necesidad de la gracia de Dios para rescatarme. Jaime ve su participación en la iglesia simplemente como un aspecto saludable de una buena vida. No se nota que tenga un hambre de la ayuda de Dios en cualquier otra área. Para él, el evangelio queda reducido a la participación en reuniones y ministerios de la iglesia.
Sandra es una lista andante de lo que se debe y no se debe hacer. Tiene una regla para cada cosa. Son la medida con que se evalúa a sí mismo y a todos a su alrededor. Sus hijos viven bajo el peso aplastante de su legalismo. Para ellos, Dios es un juez severo que pone estándares irrazonables sobre ellos y luego los condena al no poder cumplirlos. No hay gozo en el hogar de Sandra porque no hay gracia que se celebre. Sandra piensa que el cumplimiento de su lista le provee su posición ante Dios. No tiene ninguna gratitud por la gracia que le ha sido dad en Cristo Jesús.
El legalismo no se percata por completo que nadie puede satisfacer los requerimientos de Dios. Mientras Sandra cumple estrictamente sus reglas, su orgullo, impaciencia y espíritu condenatorio se mantienen intactos. El legalismo pasa por alto la profundidad de nuestra inhabilidad para ganar el favor de Dios. Se olvida de la necesidad de nuestros corazones de ser transformados por la gracia de Dios. El legalismo no es la reducción del evangelio; en realidad es totalmente otro evangelio (ver Gálatas), en el que la salvación se gana cumpliendo las reglas que hemos establecido.
Cristina zigzaguea de una experiencia emocional a otra. Constantemente está cazando un empujón espiritual, un encuentro dinámico con Dios. Por lo mismo, nunca permanece mucho tiempo en la misma iglesia. Es más una consumidora de experiencias que un miembro comprometido del Cuerpo de Cristo. No obstante, entre experiencia y experiencia, la fe de Cristina a menudo se torna monótona. Lucha con el desánimo y a menudo cuestiona la autenticidad de su fe. A pesar de la emoción de los momentos poderosos, Cristina no está creciendo en fe y carácter.
La fe bíblica no es estoica; el verdadero cristianismo está teñido con todos los colores de la emoción humana. Pero no puedes reducir el evangelio a una experiencia emocional con Dios. A medida que el Espíritu Santo habita en nosotros y la Palabra de Dios nos impacta, la mayoría de los cambios en nuestros corazones y vidas ocurren en los pequeños momentos de la vida. El peligro del misticismo es que se puede convertir en más una búsqueda de la experiencia en vez de una búsqueda de Cristo. El evangelio queda reducido a experiencias emocionales y espirituales dinámicas.
Shirley se posiciona en el frente de la línea a favor del derecho a la vida y se pregunta por qué más cristianos no están allí. Por supuesto, Shirley piensa de la misma manera acerca de la protesta enfrente de la librería para adultos y de su trabajo para las inminentes elecciones locales. Estas causas definen para ella lo que significa ser cristiano. Su estribillo constante es “lucha por lo correcto, donde sea y cuando sea que se necesite”. Hay algo admirable de la disposición de Shirley de dedicar tiempo, energía y dinero para luchar por lo que es correcto. Pero al mirar las cosas más de cerca, el cristianismo de Shirley es más una defensa de lo que es correcto que una búsqueda gozosa de Cristo. El enfoque de este tipo de activismo cristiano siempre es el mal externo. Como resultado, puede convertirse en una especie de monasticismo moderno. El monasticismo dice esencialmente, “Hay un mundo malo allá afuera, y la manera de pelear contra el mal es separándose de él”. Pero los monasterios fracasaron porque se olvidaron de enfocarse en el mal interno de cada monje que entraba por sus puertas.
Cuando crees que el mal de afuera es mayor que el mal de adentro, la búsqueda sincera de Cristo es reemplazada por una lucha celosa contra el “mal” de nuestro alrededor.
Una celebración de la gracia que te rescata de tus pecados será reemplazada por una cruzada para rescatar a la iglesia de los males de la cultura circundante. La madurez cristiana llega a definirse como estar dispuesto a defender al bien del mal. El evangelio queda reducido a la participación en las causas cristinas.
Juan es un experto en Biblia y teología. Su biblioteca teológica incluye volúmenes cristianos antiguos y poco vistos; siempre está recomendando y comprando primeras ediciones, hace muchos cursos, sigue muchos predicadores por youtube, recomienda a otros y se promociona como conocerdor de la biblia. Frecuentemente, Juan usa frases como “cosmovisión cristiana”, “sólido teológicamente” y “pensando como Cristiano”. Ama la Biblia (lo cual es algo muy bueno), pero hay ciertas cosas en la vida de Juan que no encajan.
A pesar de su dedicado estudio del cristianismo, Juan se caracteriza por ser como Cristo. Tiene la reputación de ser orgulloso, critico e intolerante de cualquiera que carezca su entendimiento sofisticado de la fe. Juan critica incesantemente los sermones de su pastor, hace preguntas desafintes y pone nerviosos a los maestros de escuela dominical cuando entra al salón.
En el cristianismo de Juan, la comunión, dependencia y adoración de Cristo han sido reemplazados por un deseo de dominar el contenido de la Escritura y la teología sistemática. Juan es un teólogo experto, pero no es capaz de vivir por la gracia que puede definir con precisión técnica. Ha invertido gran parte de su tiempo y energía para llegar a dominar la Palabra, pero no ha permitido que la Palabra lo domine a él. En el biblismo, el evangelio queda reducido a un dominio del contenido bíblico y teológico.
Sofía siempre tiene un grupo de personas sirviendole. Habla mucho de cuántas personas lastimadas hay en su congregación y de cómo la iglesia no hace nada por ayudarlas. Siendo una ávida lectora de libros cristianos de autoayuda, siempre está recomendando el más reciente a alguien. A menudo dice que el cristianismo es el único lugar para encontrar ayuda y sanidad reales, sin embargo, tal parece que ella no ha encontrado tal sanidad. Sofía se la pasa desanimada la mayor parte del tiempo y a menudo sale murmurando de las reuniones de la iglesia.
Sofía está en lo cierto al afirmar que nuestras necesidades más profundas son satisfechas en Cristo, pero ve a Cristo más como un psicologo terapeuta que como un Salvador. Sofía está convencida de que su más profunda necesidad proviene de su experiencia de abuso y rechazo, (del pasado) y así, se ve más necesitada de sanidad que de redención. Está ciega para ver cuán demandante, crítica y egocéntrica es.
Sin darse cuenta, Sofía ha redefinido el problema que atiende el evangelio. En vez de ver nuestro problema como moral y relacional – el resultado muestra deseo de adorarnos y servirnos a nosotros mismos y las cosas de este mundo en vez de adorar y servir a nuestro Creador (Romanos 1) – ella ve su problema como todo un catálogo de necesidad no satisfechas. Pero cuando consideras como un problema mayor el pecado de los demás contra ti que tu propio pecado, tiendes a buscar a Cristo más como tu psicologo terapeuta que como tu Salvador. El cristianismo se convierte más en una búsqueda de sanidad y tips terapeuticos que una búsqueda de una vida piadosa. El evangelio queda reducido a la sanidad de necesidades emocionales y no ha un cambio interno de naturaleza.
Jorge estaba tan agradecido por las relaciones que había encontrado en el Cuerpo de Cristo. No había antes experimentado tales amistades. Estaba tan lleno de gozo por su familia cristiana que participaba en casi cualquier actividad que lo pusiera en contacto con otros creyentes. A jorge le encantaba su estudio bíblico, pero particularmente disfrutaba salir con el grupo después a comer. Amaba los retiros, los campamentos y los proyectos misioneros de corto plazo. Por primera vez en su vida, Jorge se sentía vivo y conectado.
El problema de Jorge inició cuando uno de sus amigos más cercanos fue transferido a otro estado y otro amigo se casó. Luego su iglesia hizo llamamiento a un nuevo pastor que decidió dejar de enfatizar el ministerio de los solteros. Cuando los grupos pequeños de su iglesia se reorganizaron, Jorge sintió que estaba varado con un grupo de matrimonios mayores que él con quienes no podía relacionarse.
La Iglesia ya no era la misma para él, así que dejó de ir a su grupo pequeño. Pronto su asistencia dominical comenzó a menguar. Solía decir que ir a la iglesia era como ir a la reunión de la familia de otro.
Jorge no se había dado cuenta que el compañerismo, la aceptación, el respeto y la posición en el Cuerpo de Cristo habían reemplazado su dependencia en la comunión con Cristo. La iglesia se había convertido en su club social espiritual, y cuando el club se comenzó a deshacer, perdió su motivación para continuar. Para Jorge, la gracia de la amistad reemplazó a Cristo como aquello de donde obtenía su identidad, propósito y esperanza. El evangelio quedó reducido a una red de relaciones cristianas satisfactorias.
¿Por qué son tan atractivos estos reemplazos?
En 2 de Corintios 10:5, Pablo habla de pensamientos altivos que se oponen al conocimiento de Dios. Recordemos que un pensamiento altivo es una mentira convincente que tiene suficiente verdad como para ser creíble. Las mentiras que nos cautivan como cristianos suelen encajar bien dentro de los límites del cristianismo. Quizá el postmodernismo y la inmoralidad sexual no sean las mayores amenazas contra la iglesia hoy en día. Quizá estamos en mayor peligro por las mentiras sutiles que fluyen de los cambios sutiles de nuestro entendimiento del evangelio. No hemos abandonado la fe, pero quizá la estamos redefiniendo de maneras fundamentalmente diferentes al evangelio enseñado en la Escritura.
Esta redefinición de la fe no ocurre en un abrir y cerrar de ojos. Quizá ni siquiera sale a colación en las discusiones teológicas públicas de la iglesia. En vez de eso, la redefinición es un proceso de pasos sutiles a nivel práctico del compañerismo, vida y ministerio de la iglesia. La esperanza en Cristo es reemplazada por actividades, experiencias emocionales, compañerismo o algo más, sin que nadie esté consciente de que se está redefiniendo o abandonando la fe. Todos los “ismos” que hemos considerado son atractivos porque cada uno enfatiza un aspecto importante del evangelio. El evangelio nos llama a tener una vida piadosa y a reunirnos con el pueblo de Dios para adorar. Tendré encuentros especiales con Dios en ciertos momentos. El evangelio sí me llama a influir en el mundo para bien, a amar la verdad y meditar en ella. Dios es un Dios de consuelo que nos cobija en todas nuestras tristezas. Debemos ser participantes entusiastas del compañerismo en el Cuerpo de Cristo.
El peligro ocurre cuando el evangelio queda reducido a cualquiera de estos elementos. Cuando así lo hago, mi cristianismo ya no está motivado por un reconocimiento humilde de mi necesidad diaria de Cristo y una búsqueda humilde de su gracia. Las cosas que se supone que son medios para este propósito se convierten en los fines. Por ejemplo, la meta de entender las verdades del evangelio es tener una relación más profunda con Cristo. Pero cuando el conocimiento teológico se convierte en la meta, Cristo es sustituido.
Hay otra razón por la que estos “ismos” son tan atractivos. Cada uno de alguna forma apela a problemas espirituales que necesitamos atender. Primero, apela a nuestro sentido de autojusticia. Nadie quiere pensar que somos tan malos como el evangelio dice que somos. Preferimos pensar que sólo necesitamos un retoque teológico o asistir más a la iglesia para funcionar como Dios desea. No obstante, el evangelio dice que ningún sistema o actividad puede proveer lo que necesitamos. Nuestro pecado es tan grande que sólo la obra de Cristo en la cruz puede rescatarnos.
Estos “ismos” también apelan a nuestro egoísmo. Como pecadores, nos gusta estar en el centro del universo. Nos gusta ser los que controlemos la agenda. No obstante, el evangelio deja claro que la única manera en que viviremos realmente es muriendo primero, y que aquellos que buscan vivir terminarán muriendo.
Cuando el evangelio queda reducido a un catálogo de “ismos” en donde escojo el más atractivo y cómodo para mí, puedo participar ampliamente en el cristianismo sin mucho sacrificio personal, y con mi ego intacto al centro de todo ello. Estos “ismos” también apelan a nuestro ambientalismo. Tendemos a creer que el pecado que nos rodea es más peligroso que el pecado que residen dentro de nosotros. Por eso es difícil para un esposo entender que no puede echar la culpa de su frialdad a su esposa, tampoco puede la esposa culpar de su amargura a su esposo, ni puede el niño echar la culpa de su rebelión a las fallas de sus padres. Cuando olvidamos cuán desesperante es nuestra condición, la actividad cristiana comienza a reemplazar una confianza sincera en Cristo y su gracia. Nos emociona más cambiar al mundo que los cambios radicales de corazón y vida que las promesas del evangelio por la presencia de Cristo en nuestros corazones.
Estos “ismos” también apelan a nuestra independencia. Es difícil para nosotros aceptar cuán débiles, ciegos y vulnerables nos deja el pecado. No nos gusta pensar que necesitamos diariamente sabiduría y corrección. Preferimos la mentira de nuestra autosuficiencia. Por supuesto que podemos reconocer la ceguera y necedad de los demás, pero nos gusta pensar que somos la excepción de la regla. Es incómodo vernos necesitados y débiles, pero eso es lo que somos, y por eso precisamente, Cristo es la única respuesta.
El conocimiento de la verdad y la participación en las actividades de la iglesia, cuando se les ve inadecuadamente pueden producir una perspectiva equivocada de nosotros mismos. El conocimiento de doctrina no es lo mismo que ser un cristiano maduro y tener victoria sobre el pecado. La participación en las causas cristianas no debe encubrir las luchas de pecado que hay en mi corazón al mismo tiempo. En la medida en que olvides que eres pecador, subestimarás tu necesidad de Cristo y las relaciones en su cuerpo que son sus herramientas de cambio.
Todos sabemos en cierta medida que Cristo debe ser nuestra identidad, significado, propósito, esperanza y meta. Sin embargo, nuestra autojusticia no muere con facilidad. Queremos estar en el centro de nuestro mundo y pensamos que somos capaces de tener más independencia de lo que sería útil espiritualmente. Por eso tendemos a reducir el evangelio a elementos cómodos, ninguno de los cuales refleja fielmente el mensaje de la gracia encontrada en Cristo.
¿Qué debería llenar la brecha?
Es asombroso cuánto tiempo me llevó entender realmente el evangelio. Como muchos cristianos, entendí desde los primeros días que mis pecados habían sido perdonados (la gracia en el pasado) y que pasaría la eternidad con Cristo (la gracia en el futuro). Pero no alcanzaba a entender la profundidad de mi necesidad de los beneficios de la obra de Cristo ahora (la gracia presente). Mi cristianismo externo necesita ser infundido con el poder presente del evangelio. No es suficiente abrazar la promesa de Cristo de la vida después de la muerte. También debemos abrazar su promesa de una vida antes de la muerte, la cual sólo es posible por la obra de la gracia de Cristo en nuestros corazones ahora. De esto trata este libro. Celebra la gracia del perdón que es nuestra por la vida, muerte y resurrección de Cristo, y mantiene la mirada en la esperanza de la eternidad. Pero el enfoque principal de este libro es la gracia presente.
¿Cómo nos cambia y hace crecer Dios mientras vivimos en esta tierra? ¿Qué me ha dado Cristo para ayudarme con esa conversación dura que tuve con mi esposa el jueves en la noche? ¿Cómo impacta su gracia a la persona que batalla con la depresión o el temor? ¿Qué ha dado Cristo para enfrentar las presiones de educar a los hijos o del trabajo? ¿Qué provisión ha dado para mis luchas con la lujuria, el temor o el materialismo? ¿Cómo se ve el arrepentimiento y el cambio? ¿Por qué luchamos con un área de pecado más que otras, haciendo aquello no que deseábamos?
Estas son el tipo de preguntas que atenderá este libro. Nuestra intención es llevar el evangelio de la gracia de Cristo a todos los lugares específicos donde vives tu vida. Creemos que puedes saber por qué haces las cosas que haces. Puedes tener un claro sentido de dónde se necesita el cambio en tu vida y cómo se debe ver ese cambio. Puedes entender qué está haciendo Dios en el presente y cómo puedes ser parte de ello. Pero permítanme advertirles algo: No hay nada nuevo en este libro – no hay secretos o fórmulas mágicas. Estamos muy emocionados de ofrecerte algo que ya conoces, pero quizá no lo entiendes total o prácticamente. Nuestra meta es traer la historia antigua del evangelio a tu corazón y vida de la manera en la que ha sido agente de cambio en nuestras vidas y corazones. A menudo se dice que hay mucha separación entre la teología que declaramos creer y el mundo donde luchamos cada día. El propósito de este libro es construir ese puente.
CINCO PERSPECTIVAS DEL EVANGELIO
La dirección de esa lectura se la dan cinco perspectivas del evangelio:
1. La amplitud y seriedad de nuestro pecado
Se ha dicho que la doctrina del pecado es la única doctrina que puedes demostrar empíricamente, sin embargo todos tendemos a minimizarla. Al principio de nuestro matrimonio, mi esposa Luella me señalaba con gentileza muchas fallas en mi amor por ella. No es que estuviera siendo crítica, sino que había visto áreas reales de pecado enraizadas en actitudes en mi corazón. Sabía que me amaba y que no estaba loca, pero simplemente no podía creer que fuera tan malo como ella me hacía ver. Al mirar en retrospectiva me avergüenza ver cuán recto pensaba que era. La autojusticia es tu propio abogado defensor. En un momento horrendo de autodefensa le dije: “¡Noventa y cinco por ciento de las mujeres de nuestra iglesia desearían estar casadas conmigo!” (¿Qué les parece mi humildad?) Luella dulcemente me informó que ella estaba en el cinco por ciento restantes. En ese entonces era pastor y regularmente estaba aconsejando parejas, ayudándoles a lidiar con el pecado que se interponía en el camino de la unidad amorosa a la que Dios les llamaba. Era bueno ayudando a las personas a ver y reconocer su propio pecado. Pero no estaba dispuesto a creer que mi necesidad era igual de desesperante. Quizá estaba segado por mi conocimiento teológico o mis habilidades pastorales. Pero una cosa es cierta: había olvidado quién era y me ofendía que Luella tuviera una opinión tan baja de mí. No creo que estoy solo en esto. La lucha por aceptar lo grande de nuestra pecaminosidad está presente en toda la iglesia de Cristo. Aceptamos la doctrina de la depravación total, pero cuando se cuestiona nuestro propio pecado, nos ponemos nuestras togas de autojusticia y salimos en nuestra defensa.
La Escritura desafía esta autojusticia con claridad y poder: “Al ver el SEÑOR que la maldad del ser humano en la tierra era muy grande, y que todos sus pensamientos tendían siempre hacia el mal” (Ge 6:5) y “No hay justo ni aun uno” (Ro 3:10). Los efectos del pecado han torcido cada pensamiento, motivo, deseo, palabra y acción. Esta enfermedad nos ha infectado a todos, y las consecuencias son severas.
¿Por qué es tan esencial esta perspectiva? Las buenas noticias del evangelio sólo tienen sentido cuando aceptamos las malas noticias. La gracia, restauración, reconciliación, perdón, misericordia, paciencia, poder, sanidad y esperanza del evangelio es para los pecadores. Éstos serán significativos sólo si admites que tienes la enfermedad y te das cuenta que es terminal.
El cristiano promedio define el pecado hablando de la conducta. Por ejemplo, ¿Cuál es la meta de la mayoría de los padres cristianos? ¿Acaso no es lograr que sus hijos hagan lo correcto? Establecemos todo tipo de estructuras relacionales, motivacionales y correctivas y dirigimos la conducta de nuestros hijos. Estas estructuras tienen su valor, pero si esta es tu única respuesta a la rebelión y pecado de tus hijos, los dejaras sin defensa en contra del pecado cuando se vaya de casa y la estructura ya no esté allí.
Por debajo de la batalla por la conducta se libra una batalla mucho más fundamental – la batalla por los pensamientos y motivos del corazón. El corazón es tu yo esencial o real. Todas las maneras en las cuales se refiere la Biblia a la persona interior (mente, emociones, espíritu, alma, voluntad, etc.) están resumidas en este término: corazón. El corazón es el timón de todo ser humano. Todo lo que hacemos se forja y se controla por lo que desea nuestro corazón. Por eso la Biblia es muy clara en decir que Dios desea nuestros corazones. Cuando Dios tiene tu corazón, entonces te tiene a ti. Por más que estemos afectados por nuestro mundo caído y los pecados de otras personas, nuestro problema más grande es el pecado que reside en nuestros corazones. Por eso el mensaje del evangelio es que Dios transforma nuestras vidas por medio de transformar nuestros corazones.
El cambio duradero siempre viene por medio del corazón. Este es uno de los temas más desarrollados en la Biblia, pero muchos de nosotros hemos pasado por alto sus implicaciones. Necesitamos un entendimiento más profundo de Proverbios 4:23: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida”.
3. Los beneficios presentes de Cristo
La esperanza cristiana es más que un sistema de redención con principios prácticos que pueden cambiar tu vida. La esperanza de todo cristiano es una persona, el Redentor, Jesucristo. Él es la sabiduría de donde proviene cada principio bíblico y el poder que necesitamos para vivirlos.
Podemos vivir con valor y esperanza debido a que Cristo vive en nosotros y reina sobre todas las cosas para nuestro bien (Ef 2:22-23) y está poniendo en el presente a todos sus enemigos debajo de sus pies.
Nuestra esperanza no está en nuestro conocimiento teológico o nuestra experiencia dentro del Cuerpo de cristo. Estamos agradecidos por estas cosas, no obstante, nos aferramos a una esperanza: Cristo. En él encontramos todo lo que necesitamos para vivir una vida piadosa aquí y ahora. Pablo lo dice tan bien: “He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí” (Ga 2:20).
4. El llamamiento de Dios a crecer y a cambiar
Hemos sido aceptados a la familia de Dios y un día estaremos con él en la eternidad. Pero ¿qué pasa en medio de estos dos puntos? Desde el momento que venimos a Cristo hasta el momento que nos vayamos con él, Dios nos llama a cambiar. Hemos sido cambiados por su gracia, estamos siendo cambiados por su gracia y seremos cambiados por su gracia. ¿Cuál es la meta de este cambio? Es más que un matrimonio mejor, hijos bien adaptados, éxito profesional o liberación de unos cuantos pecados tercos. La meta de Dios es que, de hecho, nos volvamos semejantes a él. No sólo quiere que escapes del fuego del infierno – aunque damos gracia a Dios que así será por medio de Jesucristo. Su meta es liberarnos de nuestra esclavitud de pecado, nuestra esclavitud al ego y nuestra idolatría funcional, para que podamos en verdad parecernos a él en su carácter.
Pedro resume el cambio en esta manera: “Así Dios nos ha entregado sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina” (2Pe 1:4).
5. Un estilo de vida de arrepentimiento y fe
Dios te ha bendecido con su gracia, te ha dotado de su presencia, te ha fortalecido con su poder y te ha hecho el objeto de su amor eterno. Puesto que le pertenecemos, vivimos de acuerdo con su plan. Y si su plan es el cambio, entonces el arrepentimiento y la fe es el estilo de vida al que hemos sido llamados.
Casi al final de su carrera, le preguntaron a Michael Jordan por qué llegaba siempre temprano a practicar antes de un juego, aun antes de jugar contra los rockies. Ya se le había denominado el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos. El respondió que su porcentaje de tiros estaba justo por arriba del cincuenta por ciento. Esto significaba que en toda su carrera había fallado tanto como los puntos que anotó. Estaba comprometido a seguir practicando en tanto hubiera oportunidad de mejorar.
Para el cristiano, siempre hay nuevos pecados que atacar y nuevos enemigos que derrotar. La vida cristiana hace de la obra de Dios para el cambio nuestro paradigma de vida, mientras celebramos la gracia que hace que sea posible. “En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio, mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito 2:11-13).
Esta lectura es más que una explicación de la vida cristiana. Es una celebración del Señor y la provisión diaria de su gracia. Te invitamos a celebrar con nosotros una gracia que no sólo perdona, sino nos cambia desde las preocupaciones más profundas y oscuras de nuestros corazones hasta las más pequeñas acciones y toda palabra ociosa.
No importa con qué estés luchando ahora, no importa cuánto exitoso eres o cuán atorado estás, no importa cuán joven o antiguo eres en la fe, no importa si eres hombre o mujer, niño o niña, si eres hijo de Cristo, hay esperanza para ti. No se basa en quién eres y qué sabes. Tu esperanza es Jesús. Vive en ti, y por eso, tienes una razón para celebrar cada nuevo día. Ya no vives tú, sino Cristo vive en ti. Te damos la bienvenida a un estilo de vida que celebra justamente lo que eso significa.
Lección 1: Aquí es Donde Dios Te Está Guiando
La Gran Pregunta
- ¿Qué esperanza y objetivos dan dirección a tu vida?
Hazlo Real
- ¿Qué planes y expectativas te ayudan a pasar el día y te dan la
esperanza para tu futuro, que motiva tus deseos, en que encuentras satisfacion? ¿Alguna vez te has sentido desesperanzado? ¿Qué produce ese sentido de desesperanza? ¿Qué
esperabas y qué no estás recibiendo? - ¿Cómo reaccionas cuando la gente amenaza tus esperanzas y objetivos? Como nutres los deseos que quieres satisfacer?
- Escoge area de presión, dificultad o bendición,
donde tú necesitas verte cambiado y llevado por Cristo. ¿Cómo
cambiará esa perspectiva tu respuesta a esa situación?
P R O Y E C T O D E C R E C I M I E N T O P E R S O N A L
Después de pasar tiempo pensando y orando, quizás te darás
cuenta de que Dios está poniendo su dedo sobre la rabia que te agarra
mientras conduces en la carretera, el modo que juegas al béisbol o te
diriges a tus niños, cómo te relacionas con el dinero, tu actitud acerca
de tu apariencia, tu relación con un padre o cónyuge, tu cinismo, tus
quejas, tus chismes — o algun patron de pecado. Después, se te
pedirá considerar cómo se vería ese aspecto específico de tu vida—el
cual es controlado por tu corazón — al ser transformado. ¿Cuál es tu
meta, y cómo la lograrás? Al aplicar las verdades que aprendas cada
semana, nuestra esperanza es que comiences a ver cambios sustanciales
hacia el final del curso.
U N A P A L A B R A D E E S T Í M U L O
Una de las muchas cosas asombrosas que Cristo está
haciendo ahora mismo es cambiarte por medio del poder del Espíritu
Santo, cambiarte en alguien digno de honor en su reino, por medio del
poder del Espíritu Santo. Un día recibirás una corona de justicia, una
corona de vida, y una corona de gloria de sus manos poderosas y benignas.
«Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la
corona incorruptible de gloria» (1 Pedro 5:4 RVR). «Y cuando Cristo,
vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados
con él en gloria.» (Colosenses 3:4 RVR).
Si has sido cristiano durante un día o una década, oramos que el Señor
use este material para mostrarte cómo tu corazón, mente, y espíritu aún
están moviendose hacia Dios o lejos de él en cualquier momento dado,
así también cerca o lejos de otras personas, y hasta de ti mismo. Hay
nuevos problemas para reconocer, cuestiones existentes desde hace
mucho tiempo para enfrentar otra vez, sábados para consagrar, guerras
para ganar, lujurias para perder, relaciones para reconciliar, y más. El
llamamiento es constante y la tarea enorme, pero no lo emprendes sin
recursos sobrenaturales. Mientras vivas, tienes la esperanza para el
cambio. ¿Crees tu esto? «Señor, creo. Ayuda mi incredulidad» (Marcos
9:24 RVR). Que el Señor bendiga tu jornada.
D E U N V I S TA Z O
Ahora comencemos nuestra primera lección mirando a la imagen final. Verás tres árboles bajo el calor del sol. Este cuadro representa
como Dios nos cambia en medio de los desafíos más resistentes de la
vida. Tenemos pruebas, presiones, tentaciones, y dificultades en
nuestras vidas (CALOR, SOL). Como pecadores tendemos, en nuestros
corazones, a responder en una variedad de maneras pecaminosas a lo
que sucede en nuestras vidas (ESPINAS). Dios nos encuentra en nuestro pecado y lucha, con su gracia que transforma el corazón (CRUZ).
Finalmente, a medida que nuestros corazones son
transformados por esa gracia, comenzamos a responder a las mismas
viejas dificultades de formas nuevas (FRUTO). Ésta es la dinamica que
tomaremos juntos.

Plan de lectura semanal :
Día 1 – Tema: Reconociendo la brecha del evangelio
• Lectura: Lee el pasaje que se menciona en el texto, 2 Pedro 1:3-9, para comprender la brecha del evangelio.
• Pregunta reflexiva: ¿Puedes identificar alguna área en tu vida en la que puedas haber experimentado una brecha en tu comprensión del evangelio?
• Texto bíblico: 2 Pedro 1:3-4
Tema: Identidad en el evangelio
• Lectura: Sigue leyendo el texto de 2 Pedro 1:5-7 para comprender cómo el evangelio afecta tu identidad.
• Pregunta reflexiva: ¿Cómo ha afectado tu identidad en Cristo tu lucha contra el pecado?
• Texto bíblico: 2 Pedro 1:5-7
Tema: La provisión de Dios en el evangelio
• Lectura: Continúa con el pasaje de 2 Pedro 1:8-9 para explorar la provisión de Dios.
• Pregunta reflexiva: ¿En qué formas has experimentado la provisión de Dios en tu vida, especialmente en tu lucha contra el pecado?
• Texto bíblico: 2 Pedro 1:8-9
Día 2 – Tema: Ceguera espiritual
• Lectura: Vuelve a leer las secciones del texto que hablan sobre las diferentes formas de ceguera espiritual.
• Pregunta reflexiva: ¿Has experimentado alguna de estas formas de ceguera espiritual en tu propia vida? Que entendiste del concepto de identidad, provisión y proceso del evangelio y como luce en tu vida.
• Texto bíblico: Reflexión sobre el texto de 2 Pedro 1:3-9
Tema: Llenando la brecha
• Lectura: Lee la sección del texto que habla sobre cómo se llena la brecha del evangelio.
• Pregunta reflexiva: ¿Qué cosas o prácticas externas han llenado la brecha del evangelio en tu vida en el pasado?
• Texto bíblico: Reflexión sobre el texto de 2 Pedro 1:3-9
Tema: La obra interna de Cristo
• Lectura: Investiga más sobre cómo la obra interna de Cristo puede transformarnos progresivamente.
• Pregunta reflexiva: ¿Cómo puedes permitir que la obra interna de Cristo te transforme en tu lucha contra el pecado?
• Texto bíblico: Reflexión sobre el texto de 2 Pedro 1:3-9 y otros pasajes relacionados (por ejemplo, Romanos 8:29).
Día 3 – Tema: Cristianismo Externo parte 1
• Cristianismo Externo – Formalismo Tema: Reconociendo el formalismo en nuestra vida cristiana. Pregunta reflexiva: ¿En qué áreas de mi vida cristiana estoy siendo formalista? Texto bíblico: Isaías 1:11-17 Emoji: 📖
• Cristianismo Externo – Legalismo Tema: Reflexionando sobre cómo el legalismo puede distorsionar nuestra fe. Pregunta reflexiva: ¿Cómo puedo evitar caer en el legalismo y recordar mi necesidad de la gracia de Dios? Texto bíblico: Romanos 3:20 Emoji: ⚖️
• Cristianismo Externo – Misticismo Tema: Explorando los peligros del misticismo en nuestra fe. Pregunta reflexiva: ¿Qué significa tener una fe basada en experiencias emocionales en lugar de una relación sólida con Cristo? Texto bíblico: Colosenses 2:8 Emoji: 😌
• Cristianismo Externo – Activismo Tema: Evaluando si nuestro activismo cristiano es realmente una búsqueda de Cristo. Pregunta reflexiva: ¿Estoy más enfocado en las causas cristianas que en el crecimiento personal en Cristo? Texto bíblico: Efesios 2:10 Emoji: 🤝
Día 4: Cristianismo Externo parte 2
• Biblismo Tema: Considerando cómo el conocimiento bíblico puede convertirse en un obstáculo si no se aplica adecuadamente. Pregunta reflexiva: ¿Cómo puedo asegurarme de que mi estudio de la Biblia me lleve a una mayor dependencia de Cristo en lugar de al orgullo? Texto bíblico: 1 Corintios 8:1 Emoji: 📚
• Cristianismo Externo – «Psicologismo» Tema: Reflexionando sobre la importancia de ver nuestras necesidades más profundas en Cristo en lugar de en terapeutas. Pregunta reflexiva: ¿En qué áreas de mi vida estoy buscando sanidad emocional en lugar de redención? Texto bíblico: Salmo 34:18 Emoji: 😢
• Cristianismo Externo – «Socialismo» Tema: Considerando cómo la comunidad cristiana puede reemplazar a Cristo como fuente de identidad y esperanza. Pregunta reflexiva: ¿Estoy dependiendo demasiado de las relaciones en la iglesia en lugar de depender de Cristo? Texto bíblico: 1 Corintios 12:12-13 Emoji: 🙏
Día 5: Las cinco perspectivas del evangelio
• La amplitud y seriedad de nuestro pecado: Reconociendo la profundidad de nuestro pecado y la necesidad de la gracia. Pregunta reflexiva: ¿Cómo puedo abrazar humildemente mi necesidad de la gracia de Dios en mi vida? Texto bíblico: Romanos 3:23 Emoji: 😔
• La centralidad del corazón: Explorando la importancia del corazón en nuestra vida cristiana. Pregunta reflexiva: ¿Cómo puedo enfocarme más en el cambio del corazón en lugar de solo en la conducta externa? Texto bíblico: Proverbios 4:23 Emoji: 💓
• Los beneficios presentes de Cristo: Reflexionando sobre cómo Cristo vive en nosotros y nos capacita para vivir una vida piadosa. Pregunta reflexiva: ¿Cómo puedo experimentar más plenamente los beneficios de Cristo en mi vida diaria? Texto bíblico: Gálatas 2:20 Emoji: 🙌
• El llamamiento de Dios a crecer y a cambiar: Abrazando el proceso de cambio que Dios tiene para nosotros. Pregunta reflexiva: ¿Estoy dispuesto a permitir que Dios trabaje en mí para transformarme a su imagen? Texto bíblico: 2 Pedro 1:4 Emoji: 🌱
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