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La Biblia nos enseña que encontramos a Dios en dos formas: Dios es soberano (Todopoderoso) y es bueno. La instrucción de la Biblia en este aspecto es reafirmada bajo el tema que los teólogos llaman la providencia de Dios. Este es un término que con frecuencia usamos los creyentes para reconocer Su aparente intervención en nuestros asuntos. Por ejemplo, cuando doy mi testimonio, siempre digo algo como: Cuando reconocí que no podía vivir la vida cristiana sólo, estando en la Armada, Dios en Su providencia, me permitió conocer a Los Navegantes. Al hacer esta afirmación quiero enfatizar que Dios controló y arregló ciertas circunstancias de mi vida, de tal manera que un resultado específico, en este caso, ponerme en contacto con Los Navegantes, era inevitable que sucediera.
No obstante, hay dos procedimientos erróneos en la forma en que nos referimos a la providencia de Dios. Por un lado, casi siempre la relacionamos con acontecimientos aparentemente buenos. Fue bueno para mí conocer a Los Navegantes, y por lo tanto estoy contento de atribuírselo a la providencia de Dios. Pero usted por lo general nunca oye decir algo así como, en la providencia de Dios tuve un accidente y quedé paralítico. Como el rabino Kushner, rehusamos atribuirle las cosas malas a la intervención de la mano de Dios.
El segundo procedimiento con el uso popular de la expresión la providencia de Dios, consiste en que inconsciente o deliberadamente, creemos que Él interviene en situaciones específicas en nuestras vidas; pero la mayoría de veces es según nosotros, sólo un espectador interesado. Cuando pensamos de esa manera, aún sin quererlo, limitamos el control de Dios en nuestras vidas a un simple suceso de parar y continuar, entrar y salir. Nuestra actitud inconsciente es la de creer que en otras situaciones somos amos de nuestro destino o, por el contrario, víctimas de circunstancias adversas o personas desconsideradas que se cruzan en nuestro camino.
Sin embargo, la iglesia ha usado históricamente la providencia de Dios para referirse a Su constante protección y gobierno sobre toda la creación. El famoso teólogo J. I. Packer, define la providencia de Dios como la incesante actividad del Creador por medio de la cual, en abundante gracia y benevolencia, sostiene a Sus criaturas en una existencia ordenada; guía y gobierna todos los eventos, circunstancias y actos libres de los ángeles y los hombres dirigiendo todas las cosas a un objetivo: Su propia gloriad Observe los términos absolutos que Packer usa: Incesante actividad, todos los eventos… todos los actos, dirige todas las cosas. En esta definición es evidente que no existe un concepto de parar y seguir; es decir, no existe gobierno de medio tiempo por parte de Dios.
La definición de Packer acerca de la providencia de Dios es muy completa y, creo, muy precisa, ceñida a la Escritura. He desarrollado por mi cuenta, una definición un poco más corta que puedo recordar con más facilidad: La providencia de Dios es Su constante cuidado y gobierno absoluto sobre toda Su creación para Su gloria y el bien de Su pueblo. Observe de nuevo, los términos ilimitados: Preocupación constante, gobierno absoluto, toda creación. Nada escapa a Su cuidado y control, incluso el virus más pequeño.
Pero observe también el doble objetivo de la providencia de Dios: Su gloria y el bien de Su pueblo. Estos dos propósitos nunca se oponen, pues siempre guardan relación. Dios nunca busca Su gloria a expensas del bien de Su pueblo ni busca nuestro bien a expensas de Su gloria. Él ha diseñado Su propósito eterno para que Su gloria y nuestro bien estén estrechamente unidos. ¡Qué consuelo y tranquilidad debe ser para nosotros! Si vamos a aprender a confiar en Dios en la adversidad, también debemos creer que así como Dios no permitiría que nada arruine Su gloria, tampoco permitirá que nada dañe el bien que está ejerciendo en y por nosotros.
En el capítulo uno pregunté: ¿Puede usted confiar en Dios? Y observaba que en primer lugar la pregunta significa: ¿Es Dios confiable? ¿Puede Él cuidar siempre de nosotros (es soberano), y siempre cuida de nosotros (es bueno)? La doctrina de la providencia de Dios afirma claramente que podemos confiar en Él; que Él sí cuida de nosotros permanentemente (no sólo de manera ocasional) y gobierna todas las circunstancias de nuestras vidas.
Para lograr mayor beneficio y comprensión de la enseñanza bíblica acerca de la providencia de Dios, necesitamos analizar otro aspecto de ésta, y es Su acción sustentadora al mantener y conservar Su creación.
La Biblia enseña que Dios, no sólo creó el universo, sino que lo sustenta y mantiene día tras día, hora tras hora. La Escritura afirma: El Hijo… quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder… (Hebreos 1:3) y todas las cosas en él subsisten… (Colosenses 1:17).
El teólogo A. H. Strong dijo:
Cristo es el originador y sustentador del universo en Él, éste se sostiene y se mantiene unido hora tras hora.
La firme voluntad de Cristo constituye la ley del universo, y lo hace un cosmos y no un caos, así como su voluntad lo hizo existir desde el principio.4
Todas las cosas le deben su existencia a la continua acción sustentadora de Dios ejercida por medio de Su Hijo. Nada subsiste por sí mismo. Nada en toda la creación permanece o actúa independientemente de la voluntad del Señor. Las llamadas leyes de la naturaleza no son otra cosa que la física expresión de la firme voluntad del Señor. La ley de la gravedad opera con incesante exactitud porque Cristo continuamente hace que así sea. La silla en la que estoy sentado mientras escribo estas palabras, se mantiene unida porque los átomos y moléculas de la madera están en su lugar por Su activa voluntad.
Las estrellas continúan su curso porque Él las mantiene allí. La Escritura dice que (El Señor) ordena la multitud de estrellas una por una, y llama a cada una por su nombre. ¡Es tan grande su poder, y tan poderosa su fuerza, que no falta ninguna de ellas! (Isaías 40:26).
La acción sustentadora de Cristo va más allá de la creación inanimada; la Biblia dice que le da vida a todo (Nehemías 9:6). El cubre de nubes el cielo, envía la lluvia sobre la tierra y hace crecer la hierba en los montes. El alimenta a los ganados y a las crías de los cuervos cuando graznan (Salmo 147:8—9). Dios no creó y luego se fue, sino que constantemente sostiene lo que hizo.
La Biblia también enseña que Él nos mantiene con vida a usted y a mí. Por el contrario, él es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas… puesto que en él vivimos, nos movemos y existimos (Hechos 17:25—28). Él suple nuestro alimento diario (2a Corintios 9:10). Nuestros tiempos están en Sus manos (Salmo 31:15). Cada bocado que comemos es un regalo que viene de Su mano, y cada día que vivimos está determinado por Él, quien no nos ha abandonado a nuestros propios recursos, al capricho de la naturaleza o a las acciones siniestras de otras personas. ¡No! Él constantemente sustenta, provee y cuida de nosotros en todo momento de cada día.
¿Se averió su automóvil cuando no tenía dinero para pagar la reparación? ¿Perdió una importante reunión porque el avión en el que iba a viajar tuvo problemas mecánicos? El Dios que controla el curso de las estrellas, también controla las tuercas, tornillos, todas las partes de su carro y del avión en el que iba a viajar.
Cuando niño tuve un grave caso de sarampión. Aparentemente el virus me afectó dejándome ciego del ojo derecho y sordo del oído derecho. ¿Tenía Dios el control de ese virus o simplemente fui víctima de una enfermedad infantil? El cuidado que Dios efectúa de Su universo momento a momento, no me deja otra alternativa que la de aceptar que el virus en realidad estaba bajo Su mano controladora. Dios no estaba distraído cuando el virus afectó los nervios de mi oído y los músculos de mis ojos. Si vamos a confiar en Dios, debemos aprender a aceptar que Él está trabajando continuamente en cada aspecto y momento de nuestras vidas.
La Biblia también enseña que Dios gobierna el universo, es decir, no sólo a la creación inanimada, sino también las acciones de todas las criaturas, tanto hombres como animales.
Él es llamado el gobernante de todas las cosas (1° Crónicas 29:12). único y bendito Soberano, Rey de reyes y Señor de señores.
(1a Timoteo 6:15)
¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre. (Mateo 10:29)
Jeremías pregunta: ¿Quién puede anunciar algo y hacerlo realidad sin que el Señor dé la orden?. (Lamentaciones 3:37)
Dios hace lo que quiere con los poderes celestiales y con los pueblos de la tierra. No hay quien se oponga a su poder ni quien le pida cuentas de sus actos. (Daniel 4:35)
el Dios Altísimo es el soberano de todos los reinos humanos, y que se los entrega a quien él quiere, y hasta pone sobre ellos al más humilde de los hombres. (Daniel 4:17)
Nadie puede obrar fuera o en contra de la soberana voluntad de Dios. Hace muchos siglos, Agustín dijo: Por lo tanto, nada sucede a menos que el Omnipotente quiera que suceda; El permite que pase o hace que ocurra.5 Phillip Hughes dice: Sin embargo, bajo Dios, todas las cosas sin excepción, están absolutamente controladas, aunque parezca todo lo contrario.6 Nada es tan grande o tan pequeño para escapar de la mano soberana de Dios. La araña construyendo su red en el rincón, y Napoleón guiando a su ejército a través de Europa, están bajo el control de Dios.
Tan invencible como incomprensible es el gobierno de Dios. El Señor dice en Su Palabra: Mis caminos y mis pensamientos son más altos que los de ustedes; ¡más altos que los cielos sobre la tierra! (Isaías 55:9). ¡Quéprofundas son las riquezas de la sabiduría y del conocimiento de Dios!¡Qué indescifrables sus juicios e impenetrables sus caminos! (Romanos 11:33). Con frecuencia la soberanía de Dios es cuestionada, porque el hombre no comprende lo que Él está haciendo, puesto que no actúa como nosotros pensamos que debería hacerlo. Es entonces cuando Él no puede obrar como creemos que lo haría.
Entonces, esto es divina providencia: Dios sosteniendo y gobernando Su universo; Dios trayendo todos los eventos al fin indicado. Sin embargo, hoy esta doctrina es poco aceptada. El no cristiano, por lo general, ha excluido el acto creador de Dios y Su providencia, puesto que para él, todos los eventos están en manos del destino o el azar.
Esta opinión se encuentra, a propósito, en un libro que trata acerca de cómo manejar las crisis, cuyo autor dice: Usted debería ver y planear lo inevitable de la crisis… fuera de la fortaleza que da saber que está preparado para enfrentar la vida y jugarle una pasada al destino… El destino me jugó una pasada a principios de 19797
En el libro del rabino Kushner, titulado Cuando las Cosas Malas le Suceden a la Gente Buena, él formula la siguiente pregunta: ¿Puede usted aceptar la idea de que algunas cosas ocurran sin ninguna razón, y que el azar existe en el universo? Hablando de la dirección que toma un incendio forestal, él pregunta: ¿Existe una explicación de por qué el viento y el clima se combinan para dirigir el fuego en un día determinado hacia algunas casas y no a otras, atrapando a algunas personas y dejando a otras? O ¿Es pura cuestión de suerte?8
En otra parte, el rabino nos recuerda que las compañías de seguros se refieren a los terremotos, huracanes, tornados y diferentes desastres naturales, como a actos de Dios. Entonces, él nos dice: Lo considero como un caso en que se usa el nombre de Dios en vano. Yo no creo que un terremoto que mata a miles de personas inocentes sin ninguna razón, sea un acto de Dios. Es un suceso de la naturaleza que es moralmente ciega, sin valores; que se agita, siguiendo sus propias leyes, sin importarle a quién o qué se lleva por delante.9
El azar, la suerte, la fortuna, el destino. Esta es la respuesta del hombre moderno a la antigua pregunta ¿por qué? Como es lógico, si uno descarta toda la idea de Dios, como lo hacen tantos, entonces, no hay otra alternativa. Muchos, aunque no rechazan la idea de un único Dios, han fabricado un dios a su estilo. El deísmo del siglo XVII elaboró un dios que, creó un universo y luego se alejó para dejarlo que siguiera de acuerdo con sus propias leyes naturales y recursos humanos. Hoy, muchas personas son deístas practicantes.
Incluso hay cristianos hoy, que piensan como deístas. Muchos de ellos aceptan el concepto de la soberanía de Dios, pero creen que Él prefiere no ejercerla en las actividades diarias de nuestras vidas. Como lo expuso un escritor: Sabemos que Dios es soberano, pero también sabemos que en Su soberanía, nos ha puesto en un mundo de pecado y sufrimiento, al cual no somos inmunes, y de nuevo: el amor de Dios… por nosotros, no nos coloca en una posición protegida.10 Aunque estoy de acuerdo con la tesis básica del autor en su artículo, en el que nos dice que no deberíamos estar preguntando ¿por qué?, me cuesta trabajo entender lo que dice acerca del ejercicio de Dios de Su soberanía y cuidado para Su pueblo.
En su bien conocida afirmación acerca de los gorriones, Jesús dijo: ¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre; y él les tiene contados a ustedes aun los cabellos de la cabeza. Así que no tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones (Mateo 10:29—31). Según Jesús, Dios ejerce Su soberanía en todos los eventos, incluso en la vida y muerte de un pajarillo casi sin valor aparente. Pero aquí la enseñanza principal de Jesús es: Si Dios ejerce Su soberanía con respecto a los gorriones, con mayor razón la ejercerá sobre Sus hijos. Aunque es realmente cierto que el amor de Dios para nosotros no nos hace inmunes al dolor y la angustia, también es cierto que todas las ocasiones de dolor y adversidad están bajo el absoluto y perfecto control de Dios. Si Él controla las circunstancias del pajarillo, cuánto más lo hará con aquellas circunstancias que nos afectan. Dios no se aleja dejándonos a merced de eventos al azar, sin control.
Un padre viajó con su hijo a otra ciudad en un avión privado para dar su testimonio en una reunión evangelística. Durante el viaje se encontraron con una tormenta eléctrica, la cual hizo que el avión se estrellara, y padre e hijo murieron. Un amigo cristiano, en un esfuerzo por consolar a la desolada esposa y madre le dijo: De una cosa puedes estar segura: Dios no tuvo nada que ver en ese accidente. Según este amigo, “Dios estaba, aparentemente, mirando a otro lado cuando el piloto tuvo dificultades”. ¡Un pajarillo no puede caer si no es la voluntad de Dios, pero un avión con cristianos a bordo sí__ !
Alguna vez leí una afirmación blasfema de alguien que dijo: El azar es el seudónimo que Dios usa cuando no quiere utilizar Su nombre. Muchos cristianos lo están haciendo hoy por Dios. Con frecuencia, no desean aceptar que Él está obrando, porque no entienden cómo lo está haciendo, y han elegido sustituir la doctrina del azar por la de la divina providencia.
Junto con la doctrina del azar, muchos cristianos también están comprando la filosofía expuesta por el rabino Kushner de que Dios es bueno pero no soberano.
Una escritora cristiana, por ejemplo, habla de su dolor como algo que es totalmente frustrante para Dios, y le agradece por ser su dedicado, cariñoso y frustrado Padre celestial. Enfrentada al dilema de cómo un Padre amoroso y soberano le puede permitir experimentar esa pena tan dolorosa, ella encontró alivio en la creencia de que Dios se sentía realmente frustrado por su dolor, derramando lágrimas con ella, tal como llora una madre por el sufrimiento de su hijo.
Hay que reconocer la posición de esta escritora quien había sufrido un severo dolor durante meses. Como alguien que ha experimentado un dolor menos fuerte y sólo durante algunas semanas en ciertos momentos, me doy cuenta de que no me he puesto en su lugar; no he luchado con el amor de Dios hasta el grado en que le ha tocado a aquella mujer en medio de ese dolor insoportable. Pero, como se ha observado tan frecuentemente, debemos afirmar nuestras creencias en la Biblia, no en nuestras experiencias. La Biblia no deja lugar a dudas; Dios nunca se frustra, Dios hace lo que quiere con los poderes celestiales y con los pueblos de la tierra. No hay quien se oponga a su poder ni quien le pida cuentas de sus actos (Daniel 4:35). Es cierto que Dios está involucrado en una guerra invisible con Satanás, y que las vidas del pueblo de Dios son campos de batalla, como se vio en el ejemplo de Job. Pero, aun aquí Satanás tuvo que pedirle permiso a Dios para tocar Su pueblo. (Ver Job 1:12, 2:6y Levítico 22:31—32). Aun en esta guerra invisible, Dios es soberano.
La autora Margaret Clarkson, quien llevó una vida de sufrimiento dijo: Que Dios en realidad es tan bueno como poderoso, es uno de los principios básicos de la creencia cristiana.n Admitimos que con frecuencia somos incapaces de reconciliar la soberanía y bondad de Dios frente a una gran tragedia o adversidad personal; pero también creemos que, aunque a menudo no entendemos los caminos de Dios, Él está obrando soberanamente en todas nuestras circunstancias.
No es fácil creer en la doctrina de la providencia de Dios, especialmente en estos días cuando parece que ésta ha entrado en decadencia. Como el profesor G. C. Berkouwer dijo en su libro La Providencia de Dios: “La realidad asalta esta confortante y optimista confesión. ¿Podrían los terrores catastróficos de nuestro siglo, con los sufrimientos desproporcionados que afligen a los individuos, a las familias y a los pueblos, ser un reflejo de la guía de Dios? ¿La honestidad pura no nos obliga a dejar de buscar escape en un mundo armonioso y súper sensible? ¿No nos pide la honestidad limitarnos única-mente a lo que está ante nuestros ojos y, enfrentar sin ilusiones el orden del día?”.12
Todos, creyentes y no creyentes, experimentamos ansiedad, frustración, dolor y decepción. Algunos sufren intenso dolor físico y tragedias catastróficas. Pero lo que debería distinguir el sufrimiento tanto de los creyentes como de los que no lo son, es la confianza en que nuestra adversidad está bajo el control de un Dios Todopoderoso y amoroso. Nuestro sufrimiento tiene significado y propósito en Su plan eterno, y Él trae a nuestras vidas sólo lo que es para Su gloria y nuestro bien.
Basado en el libro Confiando en Dios aunque la vida duela de Jerry Bridges