Una avispa, un cuchillo y un descubrimiento horrible.

Wasp on a jam jar lid

Por Erwin Lutzer

En uno de los ensayos de George Orwell se nos da una imagen gráfica de la perdición humana. Describe una avispa que estaba “chupando mermelada en mi plato, y la corté por la mitad. No prestó atención, simplemente continuó con su comida, mientras un pequeño chorro de mermelada salía de su esófago cortado. Sólo cuando trató de volar se dio cuenta de lo terrible que le había sucedido. Es lo mismo con el hombre moderno”.

Todo puede parecer normal entre nosotros. Tenemos nuestras casas, nuestros empleos y nuestros salarios. Como la avispa, estamos contentos porque todavía tenemos elecciones, todavía tenemos tribunales. Todavía tenemos un congreso y un presidente. Todavía podemos predicar el evangelio en nuestras iglesias. Pero recientemente nos hemos enfrentado a una pandemia de salud, una crisis económica y un mayor conflicto racial en medio de disputas políticas y una mayor polarización. La parte más vulnerable de nuestra nación está siendo carcomida y como la avispa de Orwell, es posible que no reconozcamos nuestra verdadera condición hasta que despertemos y nos demos cuenta de que nos han cortado las alas. La América que creíamos conocer ya no existe. Y nuestras iglesias han aceptado estos cambios con poco más que un gemido.

Estamos en una tormenta de fuego por el futuro de América. Pero lo que es más importante, estamos en una tormenta de fuego dentro de nuestras iglesias, algunas de las cuales ya han sustituido el evangelio por la cultura. Quiero inspirarlos a tener el coraje de caminar hacia el fuego y no huir de las llamas. Dios nos ha traído a este momento cultural y nuestro futuro no puede darse por sentado. Como se ha dicho, “En una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario”.

Solo el arrepentimiento y la fe nos permitirán resistir nuestros vientos contra culturales.

Determinémonos que no seremos avergonzados por el silencio o la inacción. Hablaremos, y como Sadrac, Mesac y Abed-nego en el libro de Daniel, resolvamos que no nos inclinaremos.

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